Presentación

Todos deberíamos tener tarjetas de visita, un montoncito de cartones que sirvieran de presentación sin palabras y de recordatorio por si algún casi desconocido nos necesita.
El problema viene al elegir lo que ponemos debajo de nuestro nombre. Tiene chiste que la única persona con la palabra "poeta" en su tarjeta de visita sea David González. Por supuesto, guardo su tarjeta cuidadosamente, por si alguna vez en mi vida necesito un poeta (una nunca sabe).
Bien, en esas palabras no debería estar nuestra profesión actual, pues eso es algo sobremanera efímero, sino algo así como aquello a lo que nos dedicamos siempre, con independencia de que nos haga o no ganarnos la vida.
Tras deambular por el mundo y un montón de trabajos heterogéneos creo que la única tarjeta de visita que podría presentar sería esta:



WILD ROSE

FARSANTE



Domicilio en casa de alguien
Teléfono móvil
Si no me encuentras búscame en google
Si me necesitas lee mi blog



Bien, ahora tú, te toca escribir tu tarjeta de visita. El ejercicio completo consistiría en hacer unas 100 tarjetas y repartirlas a amigos, familiares y desconocidos... y luego plantar una flor, obviamente.

El juego de los antónimos

-Dime un antónimo de "ternura"

-"Sarcasmo"

-Dime otro

Amonestación

No deberías, querida, usar la poesía como venganza.
No deberías volver a hacerlo.

Continuidad

No digo que copies. No, esto es otra cosa. Toma un par de versos que se han quedado a medias y continua con su propia voz. Es más, toma estos dos versos, te los regalo. Son de Anna Ajmátova y ahora yo, que soy generosa, te los regalo para que sigas tú el poema.

Iremos a morir a Samarkanda
al país de las rosas eternas...

Ingredientes

Para hacer una ensalada se necesitan 4 personas:

-Un generoso para el aceite

-Un tacaño para el vinagre

-Un sabio para la sal

-Un loco para revolver.

No lo olvides cuando escribas: Sé generoso, tacaño, sabio y loco.

Destierro

Estoy pasando por una etapa despótica y claro, me pasa lo que les pasa a los déspotas, que me he quedado sola. Si alguien quiere estar (o volver a estar) en el cuadro de "colaboradores" por favor me rellene la ficha debidamente cumplimentada y me adjunte su curriculum, sus medidas y un proyecto educativo que me haga levantar la ceja izquierda.

Limpieza

Eres Don Quijote. Tienes que quemar todos tus libros, pero hay algunos que no te lleva el alma quemar. Bien. Haz unos lista de todo aquello que salvarías de la hoguera.
Cuando acabes continúa por el armario, los recuerdos de la infancia, los regalos de la familia e incluso los miembros de la familia.
Dejadme, al fin, que yo prefiera.... la hoguera.

Tautología

Cuanto te regalan un reloj
en realidad
lo que te están regalando
es un reloj.

Banda Sonora

Fitzcarraldo subió un barco a la montaña gracias a Carusso ¿quién se atreverá a afirmar entonces que la música no mueve montañas? Es una fuerza de magnitud inconcebible, que nos permite volver realizables los proyectos imposibles. Incluso me atrevería a afirmar que ella sola crea proyectos de la nada. Así que hagámoslo, busquemos una banda sonora y creemos a partir de ella, con ella de fondo. No se trata de traducir en letra lo que dice una música (nunca me gustaron los vídeos que trasladaban las canciones a imágenes), sino de descubrir de qué historia está siendo motor esa melodía o qué podría sucecer mientras suena. Déjala luego en secreto, como un ritmo interno que sólo tú conoces o hazla aparecer mágicamente, como consecuencia y no causa de tu creación.

Pudor

Señoras, señores, sean pudorosos (al menos un poco): no anden poniendo en títulos, subtítulos, dedicatorias o artículos la definición del diccionario de una palaba. Queda tan falto de elegancia y desvela de tal modo nuestra falta de inspiración que nos deja casi desnudos.

Los poetas gilipollas

Creo que fue Juan Ramón Jiménez quien lo dijo: "el primero que comparó a una mujer con una rosa fue un poeta. El segundo, un gilipollas".
Tenemos que admitir al menos que el segundo lo que hizo fue una cita del primero, y no una creación poética.
El mundo está lleno de citas y de gilipollas. Y aún podemos ir más allá. Imaginemos que el mismo tipo que ha comparado a la mujer con la rosa (es decir, que ha creado una nueva conexión en el mundo, que no existía antes de su metáfora) se le ocurre repetir esta comparación una segunda vez. Y entonces se estaría citando a sí mismo o, dicho de otra manera, sería un gilipollas. O, en todo caso, en ese momento estaría haciendo una gilipollez.

Ahora vamos a pasarlo a nuestra vida corriente; pongámonos las zapatillas de andar por casa y pensemos en los momentos en los que decimos una verdad. Una auténtica verdad que sale sola, como respuesta apenas pensada a una pregunta o como hallazgo, uno de esos hallazgos que nos hacen pararnos, gritar, echar lágrimas o fuego por la boca. Creo que somos capaces de reconocer esos momentos, y por eso abrazamos esa verdad como si se nos fuera a escapar si no estamos atentos.
Ya está, ya no tenemos que buscar más, un "soy feliz", un "te quiero", un "deseo ser médico" o incluso un "quiero morir" o "soy el ser más triste de este mundo" brillan dentro, concediéndonos una tregua de significado en medio del vacío.
Pero ¡ay amigos! resulta que la segunda vez que repetimos esa verdad ya ha perdido brillo, ya no es lo mismo. El cambio es sutil y a veces no nos damos cuenta hasta la decimoquinta vez que pronunciamos las mismas palabras, que escribimos la misma frase. Y no es que la verdad se haya devaluado a fuerza de repetirla. No es eso, es que lo que estamos haciendo no es es repetir una vez y otra lo mismo, sino citando nuestras propias palabras exactas, y una cita no es las palabras que reproduce, sino algo totalmente distinto.
Por tanto, llegamos a la triste conclusión de que, si bien empezamos siendo poetas (capaces de un hallazgo brillante y nuevo) todos acabamos siendo gilipollas.

Máxima

El signo se enriquece con el intercambio.

(Dedicado a Charo y a su generosidad intelectual)

Organización

Es muy importante seguir un orden.


Primero tomaremos Manhattan
Luego tomaremos Berlín.

Necesidades

Para escribir son necesarias dos cosas:

500 Libras mensuales
Un cuarto propio

Virginia Woolf