Hoy me ha llegado el recuerdo de este texto que escribí una vez y que una amiga guarda, como un tesoro, en una de sus libretas. Lo copio acá, con la alegría de alguien a quien devuelven un trozo de sí misma.
BIBLIOTECA PERFECTA
Me gustaría tener un sólo libro. Un sólo libro
de páginas gastados, con quien poder estar cuando me siento sola, al que poder
recurrir cuando busco respuestas difíciles, o cuando busco preguntas, o cuando
no busco nada. Un sólo libro que supiera reflejar todas las situaciones de mi
vida, todos mis pensamientos. Que la belleza de sus conocidas frases me lograra
llevar siempre al borde de las lágrimas. Pero uno sólo. Un libro cruel que se
atreviera a decirme la verdad cuando todos me mienten.
Un libro que sólo fuera mío, que nadie más
pudiera acudir a él. Tenerlo siempre entre mis manos y que fuera él quien se
sujetara. Pero sólo a mí, que fuera el libro de un antiguo poeta, de un viejo
escritor muerto y olvidado por todos y que sólo en mis brazos hallaran un eco
sus palabras. Un libro que nadie pudiera manchar con sus ojos. Un libro sobre
el cual no pudiera escribir nada, porque lo que escribiera llevaría más de mi
misma que del propio libro. Un libro viejo y feo. Sin dibujos. Sin letras de
colores. Con páginas gastadas y amarillas.
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